Hay una leyenda sobre un pájaro que canta sólo una vez en su vida,
y lo hace más dulcemente que cualquier otra criatura sobre la faz de la tierra.
Desde el momento en que abandona el nido, busca una árbol espinoso
y no descansa hasta encontrarlo. Entonces cantando entre las crueles ramas
se clava el mismo en la espina más larga y afilada.
Y al morir envuelve su agonía en un canto más bello
que el de la alondra y el del ruiseñor. Un canto sublime al precio de la existencia.
Pero todo el mundo enmudece para escuchar, y Dios sonríe en el cielo.
Pues lo mejor solo se compra con grandes dolores… al menos así lo dice la leyenda.