Paz

"Las Ruinas son el presente, Las Ruinas son el camino a la transformación"

miércoles, 20 de octubre de 2010

La memoria sin olvido

La pluma fue del pájaro.
El pájaro fue ausente, vuelo, partida.
La pluma fue del aire.
Del viento, del aun, del todavía.
La pluma fue de la soledad y del abandono.
Deseo y recuerdo del algún trío.
Sutil, liviana, bella y sin sentido.
El caracol supo ser refugio, continente.
El caracol es una mascara sin rostro.
Una casa sin hijos.
El caracol es un nombre sin cuerpo.
Es el número de identidad del desaparecido.
El caracol es la caja del secreto
Que se despliega al llevárselo al oído.
La pluma es la nada sin las alas.
El caracol es la nada sin el río.
Pero la pluma y el caracol
Son las mejores armas
Cuando se trata de buscar testigos.
Pertenecen, son, están,
Significan y batalla para ganar a la memoria sin olvido .  

sábado, 2 de octubre de 2010

Eternidad

Se rompían las luces de la imaginación, mientras un anillo buscaba irremediablemente su fin, y los jazmines labraban su color para el verano exótico que esperaba por el fuego eterno de la mirada silenciosa. Así, proseguía el sueño de la humanidad, pero, más profundamente el de aquel hombre que rasgaba sus vestiduras en busca de su naturaleza. Aquel remoto ser que dignificaba la lucha interior de las almas jóvenes, en las penumbras de una conciencia que germinaba desde lo profundo. Un día, supo despertar por apenas algunos segundos, y glorioso corrió a la cima de los viejos iluminados que vagaban en la vigilia infinita. Allí, entonces conoció la majestuosidad del universo y el conocimiento directo de la divinidad. Recorrió jardines y visitó las nubes, con el esplendor de alguna fulgurosa estrella de verano. La luna sonriente abrió sus brazos para cederle entonces la corona de la supremacía. Donde las sombras sólo son parte de las sombras y la luz, compañera de la sobriedad, anuncia los caminos nuevos del despertar entre el algodón y las margaritas. Miró dos ojos llenos de amor y dulzura para reconocer a su alma hermana, aquella que supo escapar del oro que escondía bajo su cama y saltó sobre las ruinas de un mundo viejo, de lobos risueños. ¡Oh! Creación, has venido a mi encuentro, hoy que tanto rugía por tu destino, hoy que los vientos parecen huracanes escondidos y la interrogante parece más inquieta, pero, ¿De donde has venido? Cantante de la música del alma y artista de los infelices que buscan volverse uno en la esencia de todas las cosas, Aquí has venido, desde algún lugar remoto, para enfrentar mis ojos que queman la soledad y lloran la sangre de tantos años de mentira. Guerrera inclaudicable que aparece cuando el ocaso se cierne sobre nuestra piel y la lluvia de abrazos no resulta suficiente para los corazones afligidos de las antiguas estribaciones de los llanos ingobernables en las distantes tierras de los monjes. ¡Te he visto mil veces antes de llegar a ti! Y jamás logré atraparte como hoy, hoy que todo resulta tan inestablemente frágil, hoy que miro el sueño de las gentes que triunfan en sus pesadillas lúgubres creyendo convertirse en los animales del rebaño de los señores. ¡Oh! Creación, te canto mi amor sobre esta copa y este pincel, cual herrero forja la espada con que dará muerte a su quebradizo corazón escarlata, que ha llorado y ha sido manipulado por amores sádicos de una luz distante. Pues he comprendido que las emociones más fuertes y lastimosas despiertan la conciencia verdadera de todo hombre, ¡Pero qué camino más difícil! Si despertar la conciencia se trata de sufrir el colapso del alma, he aquí mi espíritu para ser crucificado, aquí soportaré los vendavales del infierno, para que al final del túnel vuelva a mirar tus ojos de perlas. Rendida estoy, poder del tiempo y el espacio, a ti, ilusoria dimensión, que mueve y barre el fango del alma y atrapa los demonios y las voluptuosidades de las que soy cómplice. ¡Rompe mi corazón, cual vidrio, en mil pedazos, pero dame la mano de hierro que necesito para forjar mi destino! Y así despertó. Entre pastos amarillos que se extendían a lo lejos, en la lejanía absoluta del llano inconquistable. Así renació, con los ojos de fuego que queman la esencia y recorren la sangre de todo lo que toca. Algún día, todos soñarán lo mismo, y entonces un nuevo sueño gobernará la existencia. Y un nuevo amanecer sembrará los campos del alma, que dormido se encuentra, esperando escuchar las campanas de una intensidad más allá de lo humano.